Desde hace algún tiempo, raro es el día en el que algún familiar, algún amigo o algún conocido ha de pasar por el trance de realizarse una colonoscopia. Y a la vista de la disposición y de los comentarios que tal cuestión le produce a cada uno, se me ocurrió un día darle forma poética a esta intervención médica con el simple deseo de darle un poco de humor a tan desagradable intervención.
Es
la moda últimamente
entre
gentes de mi entorno,
inquietarse
si hay trastorno
y
te estriñes diariamente,
ó
si haces fácilmente
sin
reparos ni bochorno,
lo
llamado comúnmente
“dar
de cuerpo” con adorno.
Es
pues ya costumbre propia
de
la ciencia avanzada,
si
es muy dura la sobrada,
o
la echas muy colada,
practicar
Colonoscopia.
Si
no era ya un tostón
que
el galeno meta el dedo
por
el culo, y da miedo
cuando
toca revisión
y
te urgan con pasión
los
pudores con denuedo,
llega
ya otro culebrón
que
provoca desazón,
y
a explicároslo procedo
porque
no tengáis enredo
y
aproveche ésta lección.
Se
requieren confirmadas
para
hacer Colonoscopias
y
que salgan bien las copias,
unas tripas bien lavadas.
Es
fijado y muy conciso
todo
un día a dieta blanda,
que
la regla así lo manda,
y
a la víspera un guiso
de
potingue muy preciso,
que
la tripa te desmanda
y
la suelta de improviso.
Vas
después a una camilla,
y
te ponen acostado,
encogido
y de lado
con
el ano relajado,
y
te meten la mirilla
recorriendo
el entripado
por
si encuentran camuflado
algún
mal que esté en capilla
y
te dejan mosqueado,
esperando el resultado
que
si es malo, es la puntilla.
Solicítole
a la ciencia,
un
estudio con talento
para
dar con un invento
que
a los culos dé clemencia
y
no pasen el tormento
de
meterles dedos dentro
ó
mirillas sin conciencia.
Muy bueno y fiel reflejo del proceso y que la próxima revisión sea a muy largo plazo.
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