Es realmente duro el comportamiento que nos tiene el espejo. Lo limpiamos con mimo y cuanto más lo hacemos mejor nos enseña lo que no queremos ver. Un cierto día no muy lejano, me observé con cierto detenimiento y lo que veía allí reflejado no me gustó demasiado. Y de aquella visión salió el siguiente poema.
Despertéme ésta mañana
muy dispuesto y animoso,
y, hacia el baño presuroso
me acerqué a hacer diana.
Una vez que, reposado,
puse fin a la faena,
pues tiré de la cadena,
satisfecho y entonado.
Levantéme con cuidado,
( que mi cuerpo ya está viejo ),
y me fuí para el espejo
para darme un afeitado,
y quedéme muy perplejo,
pues que víme reflejado
con la faz de otro tipejo,
con el rostro descolgado,
y arrugado cual pellejo
de un macaco disecado.
Tras el susto que pillé
con aquel desconocido,
al instante reparé
en que aquel rostro caído,
me sonaba, y tal quedé
cabizbajo y convencido
de que el rostro desvaído
era el mío…y suspiré.
Vista así pues la cuestión
y volver ya no se no puede,
que la vida siga y ruede
y no pierda la razón
aunque arrugado me quede
si no hay otra solución.
Magnífico reflejo de la actualidad...
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